viernes, noviembre 11, 2005

El inquilino.


Domingo, 29 de Junio de 2005, 21:40

Al principio sólo notaba un poco de torpeza en las piernas al despertar por las mañanas. Luego esa torpeza se convertía en pesadez y duraba un poco más, pero se me pasaba en seguida. Pronto empecé a sentir que me invadía la pereza, algo muy raro en mí, que nunca estaba desanimado y que no podía dejar de mantenerme activo. Luego vino el cansancio, a cualquier hora y en cualquier momento. Más adelante acabé por ver cómo cada vez dedicaba más tiempo a dormir, incluso a deshoras y, a pesar de todo, seguía teniendo sueño.

Engordé. Tenía barriga, maldita sea, pero no me apetecía nada ni dejar de comer ni hacer ejercicio. Me decidí a consultar a un médico. Me hizo varias pruebas.

- Vaya, dijo, tiene algo de anemia. Quizá está perdiendo hierro. Ordenó repetirme los análisis y me acompañó al gabinete de ecografía para mirarme el vientre. De repente, el doctor se volvió muy callado.

Llevaba ya mucho rato sin hablar cuando le pregunté qué era lo que veía.

- Hay algo ahí, creciendo dentro de ustedd. Se notaba que estaba buscando las palabras, que no sabía cómo darme una mala noticia.

- El caso es que en otras circunstancias yo se lo mandaría quitar. Lo hago incluso cuando creo que se trata de tumores avanzados, ya que casi siempre la cirugía ayuda, aunque no cure definitivamente. En su caso, sin embargo, hay que esperar a que llegue el momento adecuado.

- ¿Esperar? Pero mientras tanto crecerá. Opéreme ya, no espere más.

- No lo comprende. Si usted tuviera simplemente un tumor, le intervendría de inmediato. Pero es que usted lo que tiene en su abdomen es un feto de 24 semanas, vivo y perfectamente sano. No me pregunte cómo ha llegado hasta ahí. Yo suponía que sería usted el que me daría alguna idea acerca de ello, aunque por su expresión veo que también es una sorpresa para usted.

- Doctor ¿qué está diciendo?. Vengo aquí muy preocupado por mi salud y usted se dedica a burlarse de mí. Me parece muy poco profesional.

- Entiendo que es difícil que me crea. Pero, si no me cree a mí, entonces mire, mire usted mismo a la pantalla: no hace falta ser un experto para reconocer las imágenes.

Entonces ví que, en efecto, él tenía toda la razón. Al principio pensé que me estaba enseñando una prueba que tenía grabada, pero cuando me permitió que yo mismo guiara la sonda con mi propia mano y pudiera ver cómo se movían imagen y sonda al unísono, sentí que lo imposible se había hecho real.

- ¿Comprende ahora?, me dijo. Un feto de 24 semanas, sano, está completamente fuera de los supuestos legales de aborto. Además, como es usted un varón, su caso es de una total singularidad para la ciencia, así que no podemos aplicarle los principios habituales de la ética profesional. Hemos de ser prudentes. La gestación debe continuar hasta las cuarenta semanas. Entonces se lo extraeremos por cesárea.

- ¡No doctor, no me haga esto! ¡Yo ni siquiera me siento capaz de ser un padre corriente! ¡No puedo seguir adelante! ¡Arranque de mí este parásito que engorda cada día, que mina mi salud, que bebe mi sangre, mate a este monstruo al que yo no he invitado, que no sé cómo ha llegado a mi interior, tenga piedad, por favor doctor, por favor, por favor ...!

o00o
Oo

No hay comentarios: