viernes, noviembre 11, 2005

Expiación.


Miércoles, 13 de Julio de 2005 - 19:47 h.

Ella se sentía culpable desde el día en que su hijo se metió bajo las ruedas de un automóvil, muriendo en el acto. Él la conoció un año después. Ella no lo había superado. Tienes que expiar tu culpa, le dijo él. De lo contrario, ni todos los psicólogos del mundo podrán darte ni un solo átomo de paz. Entrégate a la humillación, a la obediencia y a la sumisión: expía tu pecado. Si hay algún modo de apaciguar tu dolor, es éste y no otro. Yo seré tu guía, tutor y maestro. Sólo tienes que obedecerme en todo y aceptar servirme.

Durante otro año hizo con ella como quiso. Ella era su criada para todo y su esclava sexual. Satisfacía todos sus caprichos aunque para ello tuviera que mantener una relación abyecta. Cuando él permanecía sentado en su butaca ella, con su collar de perro siempre al cuello, se echaba aovillada a sus pies, en el duro suelo. Todo ese año trascurrió con ella enclaustrada, no viviendo sino para Él, no viendo el mundo sino por sus ojos.

La receta funcionó. Ella cambió el amor a su hijo por el amor a su dueño. Y aunque nunca pudo olvidar, sí pudo vivir sin que respirar fuera para ella doloroso. Para entonces, él se había cansado de ella y resolvió dejarla. Ella no podía creerlo: esa segunda pérdida estaba más allá de lo soportable, así que enloqueció. El ser más dócil que uno pudiera imaginar se convirtió en una fuerza desatada de la naturaleza y se arrojó sobre su dueño cegada por la ira. Él, al principio, se sorprendió por la actitud de ella, que no comprendía. Pero pronto se repuso y comenzó a golpearla con fría precisión, reduciéndola hasta inmovilizarla. Excitado, la obligó a copular hasta que ella cayó exhausta. Y antes de irse, le dijo que hiciera su maleta: por la noche, cuando volviera, ella no debería estar ya en casa.

Cuando regresó vió las luces de la policía y de la ambulancia a la puerta de su casa. Indeciso, optó por acercarse para confirmar sus sospechas. Alguien le señaló. Dos policías le arrestaron y lo llevaron esposado a la comisaría. Él tenía demasiadas pruebas circunstanciales en su contra. El cuerpo de ella estaba lleno de moratones y tenía la marca mortal de la correa de perro alredor de su cuello. Estaba el collar de perro (y también la escudilla para la comida) con su nombre. Estaban las declaraciones de los vecinos. Y estaba toda una larga carrera de mala política vecinal por su parte y de todo un largo año durante el que ella había dejando que la gente del barrio tejiera, fabulara algo parecido a la historia de su vida. Y en esa historia él salía muy, muy mal parado.

o00o
Oo

No hay comentarios: